Con el tiempo, quizá
Probablemente me hubiese sorprendido, pero estaba segura de que ya había rebasado todo lo que hubiera podido creer que era imposible.
-Hubiese sido un enorme placer conocerte sin haberte visto tan…-me volteó a ver de reojo y me lanzo una tierna y algo avergonzada sonrisa.- tan frágil, y tan débil.
Me reí secamente; yo sabía que no lo incomodaba el hecho de que no pudiera entablar conmigo una conversación normal sin que empezara a desmoronarme.
Él me tenía a su costado gracias a su brazo; no sabía por qué, pero él no parecía morirse de frío a pesar de que yo aun llevaba puesta su sudadera.
Yo ya había hablado con mis padres por el celular de Jacob; se habían preocupado lo necesario, pero no se habían puesto histéricos como habría pensado.
Repentinamente, me di cuenta de que me encontraba por completo pegada a Jacob, y me di cuenta porque cuando-inconscientemente- me acercaba más, no podía moverme ya que había limitado ese poco espacio que quedaba.
Él lo notó y me volteó a ver completamente intrigado.
No me quedó otra salida que regalarle la sonrisa más cálida e inocente que pude.
Veía en sus ojos que no esperaba separase de mí, no en mucho tiempo. Quizá eso mismo era lo que veía en los míos. Quizá vería en los míos mucha menos intención de alejarme de él.
Él me daba todo el calor emocional que necesitaba, sin mencionar que aun me encontraba en un pésimo estado.
Eso me entristeció notoriamente y solté su mirada para agachar mi cabeza y así esperaría que no se diera cuenta.
Instantáneamente supe que mi suposición era muy incierta. La verdad no contaba con toda la atención que me estaba dando.
Entonces sentí se mano subiendo mi rostro gentilmente mientras se acercaba a mi oído.
-No me quites el privilegio de reconocer tu cara, de memorizar cada facción y cada gesto que hagas. Apenas te conozco, yo lo se, pero me es muy difícil explicar lo que siento si no puedo ver tus ojos que despiertan en mí un nuevo y confuso sentimiento.-susurró.
No entendí del todo mi reacción, y la verdad era seguramente porque me había quedado perpleja, sin embargo le hice caso y lo volví a ver como si mi vida hubiese dependido de ello.
-¿Te digo algo?... Es fascinante el hecho de poder tocar tu alma con la mirada-continuó.
La verdad no sabía si podía, pero juraba que sentía que estaba sonrojándome a pesar del frío que aun se acumulaba rápidamente en el aire de la noche que poco a poco se me hacía algo bella.
No lograba creerlo. A pesar de las muchas lágrimas que había derramado, me sentía imposiblemente cómoda con la noche, y la verdad no sólo era la noche, si no que aquel hermoso desconocido se había ganado mi confianza a plenitud y ahora no podría sentirme mejor.
Yo lo sabía, sabía que si me separaba de él, no podría soportar el calvario de vida que después tendría.
Me aferré de su brazo al pensarlo; me aferré con el alma a la protectora y cálida sensación que de él emanaba.
Además, tampoco soportaba el malestar que me provocaba no ver esos ojos que me habían hipnotizado hasta la última de mis terminaciones.
A pesar de todo, no dejaba de sentir ese raro sentimiento en el pecho de desolación. Era como si Jacob me estuviera ayudando a mantener estables las heridas que en mí yacían recién abiertas.
-Jamás me había sentido así, es muy extraño todo lo que tu presencia me hace. Lo único que quiero es proteger tu inseguro y lastimado corazón. Quiero protegerte del mundo exterior para que nunca más vuelvas a ser tan infeliz y desdichada.-musitó levemente.
Sus palabras me conmovieron y no podía creer que no las hubiera escuchado antes.
En sus ojos veía toda la verdad en lo que decía, veía todo eso que ni él, ni yo podíamos explicar con palabras.
Era inexplicable, era asombroso y aturdidor.
El misterio que aun derrochaba para mí, se me hacía cada vez más atractivo.
-Y entonces me encuentro aquí, con la razón, con la esperanza que creí que a mi vida no le había tocado tener. Es cuando en tus ojos veo todo por lo que continuaba luchando, a pesar que aun lo desconocía.
Honestamente aun no se qué es esto. Pero de una vez te digo desde este momento que no me podrás apartar de tu vida, no me quitarás el privilegio de causarte una sonrisa aun cuando te era imposible concebirla, no volverás a sentirte así de infeliz y especialmente no podrás detener esto. ¿Me escuchaste con claridad? No te será posible borrarme de tu vida, que ahora representa todo para mí.- me dijo con el alma gritándome que era verdad.
Suspiré.
-Me siento mucho más tranquila al escucharlo de tus propias palabras-empecé con fuerza en la voz- Me gustaría darle tiempo a lo que ahora está empezando, pero también soy consiente de que no puedo obstruir el paso que acelerado empieza a cobrarme algunas cuentas. Quisiera poder decirte que será muy fácil, pero la verdad es que no lo es. Aun me siento débil emocionalmente, Jake; la verdad no es como si hubieran pasado años desde que creía en otra cosa. Quiero pensar que ya pasó todo, pero la realidad es que no, que aun no han cicatrizado cada una de las heridas que acaba de recibir mi corazón.-tomé aire y le fijé más la mirada.
-Aun creo en la mentira del ayer y no estoy segura de que desaparezca tan fácilmente para mí. A mi también me es difícil el no verte, pero no puedo prometerte nada por este momento.-me sinceré.
Tenía razón en cuanto lo de las heridas y el extraño deseo que él estaba provocando en mí. No era muy lógico que empezara a sentir esto, especialmente considerando que hacia menos de unas horas creía que mi mundo había sido pulverizado. Nada de lo que estaba ocurriendo era lógico si me ponía a pensar, pero la verdad es que poco me importaba la lógica, que mucha falta me hacía en estos momentos.
-Tengo todo el tiempo del mundo para poder esperarte-prometió.
Suspiramos; él lo hacía por algo diferente, ya que yo lo hacía porque me aliviaba oír como se creaba para mí una nueva esperanza, un mundo lleno de buenas ilusiones y bellas promesas que tenían pinta de ser verdaderas.
No me importaría esperar para poder comenzar algo realmente nuevo y verdadero, y lo mejor era que a él tampoco.
Era tan prometedor el futuro que me imaginaba… justo como si supiera lo que tenía que decir para lograr una chispa en mí.
-Sólo si tú me prometes que me esperarás hasta entonces-me advirtió.
Lo miré compungida y tiernamente por ver la súplica en sus ojos.
Tenía razón; era como si pudiese ver mi alma a través de mis ojos, y lo podía saber por la manera en la que entendía que estaba completamente de acuerdo con su diminuta petición.
-Y es así como yo espero que nunca te vayas de mi vida.-
-No si es eso lo que tú deseas-.
Sonreí y me sentí agradecida de estar segura de que no quería compartir mi árbol con nadie más, a excepción de quien tenía a mi lado.
Y así fue que pasé mi primera noche con 18 años.
Con el corazón destrozado.
Con una fiesta arruinada.
Con las viejas e hirientes ilusiones siendo reemplazadas por unas nuevas.
Con la duda de un buen mañana a la vista.
Y una bella alma asegurando mi protección eterna.
Lo único que esperaba era poder empezar a decir con el tiempo que lo único que se rompió de verdad esta noche fueron mis zapatos.
Me apretó a su lado y sentí como mis ojos empezaban a cerrarse con lentitud.
Había pasado la noche más larga de mi vida. La verdad nunca me lo hubiera esperado, y mucho menos en como terminó todo, pero realmente estaba agradecida por haber visto con claridad que Taylor no valía más mis latidos, aunque también estaba segura de que eso no me lo podría meter al corazón con facilidad.
-Espero que puedas descansar -.
Me besó tiernamente en la frente y dejé de pensar para empezar a soñar.
-Siempre que estés a mi lado-.
domingo, 19 de diciembre de 2010
domingo, 5 de diciembre de 2010
Suddenly Imprinted on you
Nueva ilusión
No podía concebir lo que acababa de suceder, era imposible de creer para mí.
Aturdimiento era la palabra más indicada para lo que sentía, incluso sin considerar el hecho de que estar aturdida era quedarse corta.
Después de tanto correr me vi en la desesperación de ocultarme para que no me encontrara y se largara lo más pronto posible, cosa que fue más rápido de lo que pude haber querido.
Había perdido todo sentido de cordura en mi ser, incluso me gustó percatarme de que no sabía donde estaba. Hubo un momento en el que dejé de llorar y no me había dado cuenta. Ahora sólo caminaba porque deseaba que se fuera aquella horrible imagen de Taylor en mi cabeza… felizmente casado con su estúpida noviecita.
-¡Maldito!- grité a todo pulmón.-¡Malditos!-.
Cuando menos me di cuenta, estaba parada en un estrecho sendero y me sentí incomoda al sentir las primeras gotas que indicaban que habría una tormenta imparable, sin mencionar que ya había una dentro de mi corazón.
Gruñí.
-¡Te odio! ¡Te desprecio tanto, Taylor!
Seguí caminando hasta encontrarme con la autopista otra vez; me dolían los pies y estaba toda mojada ya, lo único que quería era desaparecer de la faz de la tierra.
Me vi de pequeña mirando a ese idiota con amor esperanzada y llena de ilusiones porque lo único que siempre quise era que me quisiera como yo lo quería a él.
Grité de nuevo como nunca había hecho.
La lluvia que aun me empapaba ceso por un rato.
Lo que sentía era tan extraño y profundo que ni porque quería lo podía comprender. Supuse que era un sentimiento vacío.
Parecía que la noche era eterna, incluso nunca divisé la luna o alguna estrella durante mi recorrido a la nada.
Me pesaban los recuerdos que conservaba latentes.
No podía quitármelo de la cabeza, no podía negarme el hecho de que aun sentía mucho por él, pero lo peor es que no quise reconocer que una parte de mí conservaba viva aquella estúpida esperanza que no logró aplastar del todo.
¡Que ingenua era!
Aquello desato más mi tan desgastado llanto.
Seguramente ya habían pasado horas o quizá sólo unos cuantos segundos.
No me molestaba no tener el control de lo que sucedía a mi alrededor, cosa que era muy poco común en mí.
Mi pobre vestido se encontraba hecho toda una maraña algo seca, me había quitado los zapatos y podía sentir el maquillaje que estaba disperso por doquier en mi cara.
Ahora que me encontraba de alguna manera mejor, pude ver la luna, una luna llena hacia respaldo a un enorme árbol.
Decidí sentarme en sus raíces, quizá el ver autos transitando a medianoche me tranquilizaría.
Volvía a darme cuenta de lo ingenua que era; la brisa, la luna, la soledad y la oscuridad que reinaban en la noche me hicieron volver a llorar.
Ahora dejaba que mi llanto se acompañara de mi voz ¿Qué más daba? Abracé mis rodillas y acosté mi cabeza en mis piernas.
Ahora sólo había silencio, y sabía que me veía completamente iluminada por la luna que resplandecía perfecta arriba de mi árbol.
Entonces ahí pasé lo que creí que fue una eternidad entera.
Me carcomía viva con mi llanto. Me consumía conforme pasaban los segundos, que en soledad triunfaban para hacerme sufrir más.
No me quería concebir en depresión, pero entonces eso me haría mucho menos realista.
-¿Estás seguro de que sea la dirección correcta?-.
Di un respingo al escucharlo, me tomó de sorpresa el darme cuenta de que era una voz masculina que venía acercándose a donde yo me encontraba.
Era una voz que no reconocía, y estaba segura de que si la conociera lo haría.
Levanté la cabeza lentamente y vi a lo lejos una silueta que parecía perdida.
La figura se fue tornando en un hombre que caminaba con paso dubitativo cerca de mi refugio.
Deseché la idea de que él estuviera buscándome a mí, cuando-para mi sorpresa- su mirada se detuvo en el bulto que seguramente mi cuerpo aun formaba.
Sabía que me había escuchado llorar, era muy obvio porque había hablado justo después de que di el último suspiro; simplemente tenía que cerciorase de que… ¿fuera la dirección correcta?
Aun no lo veía bien, pero pude comprobar que estaba sumamente sorprendido.
Nuestras miradas compenetraron la una a la otra y no me pude zafar hasta que su celular sonó ruidosamente.
Su mirada no se me hacia familiar. Esos ojos café oscuro tan profundos eran hermosos, nunca había visto una mirada así. Jamás había profundizado tanto en una mirada; era como si ahora tuviese más tiempo para categorizar cada mínimo detalle que sucedía a mi alrededor.
Podía oír su respiración agitada ahora que me había visto con claridad.
Sabía que desperté su curiosidad porque en el acto se acerco a donde yo estaba.
Cada vez se acercaba más aquella respiración ruidosa; entonces volvió a sonar su celular estrepitosamente. Me asusté un poco porque el silencio invadía el lugar y un sonido así, era totalmente estruendoso.
Eso me incomodó; entonces cerré mis ojos poco a poco y me voltee, acostando mi cabeza otra vez en mis piernas.
No contestó y creí que el ruido había cesado instantáneamente.
No quería voltear, pero ya estaba a un metro de mí.
Escuchaba sus pasos, uno a uno con claridad; quizás temblaba por el frío, o sólo era que mis odios zumbaban por el miedo que eso me provocaba.
No le tenía miedo al hombre que se acercaba peligrosamente; le tenía miedo a la indiferencia o extrema curiosidad que podía tener él al ver como estaba.
De repente sentí su mano en mi espalda doblada, me asustó pero no voltee para verlo a la cara.
Él suspiró.
-¿Estás bien? ¿Por qué lloras?-preguntó amablemente.
Me resigné y no me quedó más remedio que girar para que quedáramos de frente.
Se había sentado a mi lado, sin que le tocara compartir algo de mi árbol.
Ese hombre con aquellos ojos inigualables era muy alto y con tez complejamente morena; su cabello era negro, rizado y muy fino, tenía aspecto algo desordenado a pesar de que estaba atascado de unos chinos perfectos.
Era muy fornido, incluso podía verlo a pesar de que traía una sudadera que lo haría pasar como un flacucho, pero ese no era el caso.
Parpadee al no comprender por qué no podía dejar de verlo a los ojos.
-Ehh…- sacudí mi cabeza para hacerme entrar en razón y la verdad no tenía idea que decir.-no, yo, yo estoy perfectamente bien.
Quería sonar indiferente pero era muy obvio que no me podía hacer la fuerte estando tan débil por dentro.
Empezó a reírse secamente.
-Discúlpame, pero no creo que te encuentres bien-razonó.
Suspiré y me paré-cosa que aun no quería pero tenía que hacer- y me encaré para levantar algo mi pobre orgullo.
-¿Y a ti que más te da?-pregunté lo más amablemente posible, cosa que me fue un poco difícil considerando que no quería hablar con nadie.
-Puedes confiar en mí-musitó despacio.
Agaché la cabeza y traté de aclarar mis pensamientos.
-Y dime... ¿tu quién eres y por qué crees que estoy llorando?
Él sonrió y vi como se animaba a hablarme “correctamente”.
-Hola, yo soy Jacob y no se por qué pensé que a lo mejor estabas llorando-corrigió.
Suspiré y no me quedó más remedio que confesar.
-Ok, Jacob; déjame decirte que tenías razón, estaba llorando. ¿Contento?-pregunté con agresividad.
Se vio plenamente conforme por haberle dado la razón.
Aproveché y me voltee para darle la espalda a ese chico y así pude evitar su mirada.
De la nada, me tomó la mano tiernamente y trató de secarme una lágrima que se encontraba solitario por mi cuello con su otra mano, a espaldas.
Aunque quería evitarlo ya había volteado a verlo con severidad.
Él se había quitado la sudadera y me la estaba colocando en la espalda.
No me había dado cuenta de que me encontraba temblando.
No entendía lo que estaba pasando. Aun estaba completamente confundida, si no es que más de lo que ya estaba.
-No tienes por qué tenerme miedo-dijo tiernamente mientras me subía el mentón con la misma mano.
No pude evitar el haberme dejado caer en sus brazos.
Él me abrazó con fuerza, como si supiera que lo único que yo necesitaba era que alguien me sostuviera en este momento.
Hundí mi cara en su pecho y no paré de llorar.
Además no supe cómo, pero me perdí en lo que creí fueron horas en lo brazos de aquel extraño chico.
Ahora me sentía protegida, pero me sentía extraña por no tener idea de qué era exactamente lo que estaba ocurriendo.
Levanté mi cara y volví a perderme en aquellos ojos hermosos, cómodos y profundos que me proporcionaron toda la tranquilidad que necesitaba.
Antes de notarlo ya tenía mis brazos alrededor de sus costados también.
Sabía que no era racional, pero ahora lo único que quería hacer, era seguir viéndolo por el resto de la noche.
-Gracias- le dije a los ojos.
-No te preocupes; acabas de hacer mi vida interesante-.
No podía concebir lo que acababa de suceder, era imposible de creer para mí.
Aturdimiento era la palabra más indicada para lo que sentía, incluso sin considerar el hecho de que estar aturdida era quedarse corta.
Después de tanto correr me vi en la desesperación de ocultarme para que no me encontrara y se largara lo más pronto posible, cosa que fue más rápido de lo que pude haber querido.
Había perdido todo sentido de cordura en mi ser, incluso me gustó percatarme de que no sabía donde estaba. Hubo un momento en el que dejé de llorar y no me había dado cuenta. Ahora sólo caminaba porque deseaba que se fuera aquella horrible imagen de Taylor en mi cabeza… felizmente casado con su estúpida noviecita.
-¡Maldito!- grité a todo pulmón.-¡Malditos!-.
Cuando menos me di cuenta, estaba parada en un estrecho sendero y me sentí incomoda al sentir las primeras gotas que indicaban que habría una tormenta imparable, sin mencionar que ya había una dentro de mi corazón.
Gruñí.
-¡Te odio! ¡Te desprecio tanto, Taylor!
Seguí caminando hasta encontrarme con la autopista otra vez; me dolían los pies y estaba toda mojada ya, lo único que quería era desaparecer de la faz de la tierra.
Me vi de pequeña mirando a ese idiota con amor esperanzada y llena de ilusiones porque lo único que siempre quise era que me quisiera como yo lo quería a él.
Grité de nuevo como nunca había hecho.
La lluvia que aun me empapaba ceso por un rato.
Lo que sentía era tan extraño y profundo que ni porque quería lo podía comprender. Supuse que era un sentimiento vacío.
Parecía que la noche era eterna, incluso nunca divisé la luna o alguna estrella durante mi recorrido a la nada.
Me pesaban los recuerdos que conservaba latentes.
No podía quitármelo de la cabeza, no podía negarme el hecho de que aun sentía mucho por él, pero lo peor es que no quise reconocer que una parte de mí conservaba viva aquella estúpida esperanza que no logró aplastar del todo.
¡Que ingenua era!
Aquello desato más mi tan desgastado llanto.
Seguramente ya habían pasado horas o quizá sólo unos cuantos segundos.
No me molestaba no tener el control de lo que sucedía a mi alrededor, cosa que era muy poco común en mí.
Mi pobre vestido se encontraba hecho toda una maraña algo seca, me había quitado los zapatos y podía sentir el maquillaje que estaba disperso por doquier en mi cara.
Ahora que me encontraba de alguna manera mejor, pude ver la luna, una luna llena hacia respaldo a un enorme árbol.
Decidí sentarme en sus raíces, quizá el ver autos transitando a medianoche me tranquilizaría.
Volvía a darme cuenta de lo ingenua que era; la brisa, la luna, la soledad y la oscuridad que reinaban en la noche me hicieron volver a llorar.
Ahora dejaba que mi llanto se acompañara de mi voz ¿Qué más daba? Abracé mis rodillas y acosté mi cabeza en mis piernas.
Ahora sólo había silencio, y sabía que me veía completamente iluminada por la luna que resplandecía perfecta arriba de mi árbol.
Entonces ahí pasé lo que creí que fue una eternidad entera.
Me carcomía viva con mi llanto. Me consumía conforme pasaban los segundos, que en soledad triunfaban para hacerme sufrir más.
No me quería concebir en depresión, pero entonces eso me haría mucho menos realista.
-¿Estás seguro de que sea la dirección correcta?-.
Di un respingo al escucharlo, me tomó de sorpresa el darme cuenta de que era una voz masculina que venía acercándose a donde yo me encontraba.
Era una voz que no reconocía, y estaba segura de que si la conociera lo haría.
Levanté la cabeza lentamente y vi a lo lejos una silueta que parecía perdida.
La figura se fue tornando en un hombre que caminaba con paso dubitativo cerca de mi refugio.
Deseché la idea de que él estuviera buscándome a mí, cuando-para mi sorpresa- su mirada se detuvo en el bulto que seguramente mi cuerpo aun formaba.
Sabía que me había escuchado llorar, era muy obvio porque había hablado justo después de que di el último suspiro; simplemente tenía que cerciorase de que… ¿fuera la dirección correcta?
Aun no lo veía bien, pero pude comprobar que estaba sumamente sorprendido.
Nuestras miradas compenetraron la una a la otra y no me pude zafar hasta que su celular sonó ruidosamente.
Su mirada no se me hacia familiar. Esos ojos café oscuro tan profundos eran hermosos, nunca había visto una mirada así. Jamás había profundizado tanto en una mirada; era como si ahora tuviese más tiempo para categorizar cada mínimo detalle que sucedía a mi alrededor.
Podía oír su respiración agitada ahora que me había visto con claridad.
Sabía que desperté su curiosidad porque en el acto se acerco a donde yo estaba.
Cada vez se acercaba más aquella respiración ruidosa; entonces volvió a sonar su celular estrepitosamente. Me asusté un poco porque el silencio invadía el lugar y un sonido así, era totalmente estruendoso.
Eso me incomodó; entonces cerré mis ojos poco a poco y me voltee, acostando mi cabeza otra vez en mis piernas.
No contestó y creí que el ruido había cesado instantáneamente.
No quería voltear, pero ya estaba a un metro de mí.
Escuchaba sus pasos, uno a uno con claridad; quizás temblaba por el frío, o sólo era que mis odios zumbaban por el miedo que eso me provocaba.
No le tenía miedo al hombre que se acercaba peligrosamente; le tenía miedo a la indiferencia o extrema curiosidad que podía tener él al ver como estaba.
De repente sentí su mano en mi espalda doblada, me asustó pero no voltee para verlo a la cara.
Él suspiró.
-¿Estás bien? ¿Por qué lloras?-preguntó amablemente.
Me resigné y no me quedó más remedio que girar para que quedáramos de frente.
Se había sentado a mi lado, sin que le tocara compartir algo de mi árbol.
Ese hombre con aquellos ojos inigualables era muy alto y con tez complejamente morena; su cabello era negro, rizado y muy fino, tenía aspecto algo desordenado a pesar de que estaba atascado de unos chinos perfectos.
Era muy fornido, incluso podía verlo a pesar de que traía una sudadera que lo haría pasar como un flacucho, pero ese no era el caso.
Parpadee al no comprender por qué no podía dejar de verlo a los ojos.
-Ehh…- sacudí mi cabeza para hacerme entrar en razón y la verdad no tenía idea que decir.-no, yo, yo estoy perfectamente bien.
Quería sonar indiferente pero era muy obvio que no me podía hacer la fuerte estando tan débil por dentro.
Empezó a reírse secamente.
-Discúlpame, pero no creo que te encuentres bien-razonó.
Suspiré y me paré-cosa que aun no quería pero tenía que hacer- y me encaré para levantar algo mi pobre orgullo.
-¿Y a ti que más te da?-pregunté lo más amablemente posible, cosa que me fue un poco difícil considerando que no quería hablar con nadie.
-Puedes confiar en mí-musitó despacio.
Agaché la cabeza y traté de aclarar mis pensamientos.
-Y dime... ¿tu quién eres y por qué crees que estoy llorando?
Él sonrió y vi como se animaba a hablarme “correctamente”.
-Hola, yo soy Jacob y no se por qué pensé que a lo mejor estabas llorando-corrigió.
Suspiré y no me quedó más remedio que confesar.
-Ok, Jacob; déjame decirte que tenías razón, estaba llorando. ¿Contento?-pregunté con agresividad.
Se vio plenamente conforme por haberle dado la razón.
Aproveché y me voltee para darle la espalda a ese chico y así pude evitar su mirada.
De la nada, me tomó la mano tiernamente y trató de secarme una lágrima que se encontraba solitario por mi cuello con su otra mano, a espaldas.
Aunque quería evitarlo ya había volteado a verlo con severidad.
Él se había quitado la sudadera y me la estaba colocando en la espalda.
No me había dado cuenta de que me encontraba temblando.
No entendía lo que estaba pasando. Aun estaba completamente confundida, si no es que más de lo que ya estaba.
-No tienes por qué tenerme miedo-dijo tiernamente mientras me subía el mentón con la misma mano.
No pude evitar el haberme dejado caer en sus brazos.
Él me abrazó con fuerza, como si supiera que lo único que yo necesitaba era que alguien me sostuviera en este momento.
Hundí mi cara en su pecho y no paré de llorar.
Además no supe cómo, pero me perdí en lo que creí fueron horas en lo brazos de aquel extraño chico.
Ahora me sentía protegida, pero me sentía extraña por no tener idea de qué era exactamente lo que estaba ocurriendo.
Levanté mi cara y volví a perderme en aquellos ojos hermosos, cómodos y profundos que me proporcionaron toda la tranquilidad que necesitaba.
Antes de notarlo ya tenía mis brazos alrededor de sus costados también.
Sabía que no era racional, pero ahora lo único que quería hacer, era seguir viéndolo por el resto de la noche.
-Gracias- le dije a los ojos.
-No te preocupes; acabas de hacer mi vida interesante-.
sábado, 27 de noviembre de 2010
Suddenly Imprinted On You... Breathe me-Sia
I have been here many times before
Hurt myself again today
And, the worst part is there's no-one else to blame
Be my friend
Hold me, wrap me up
Unfold me
I am small
I'm needy
Warm me up
And breathe me
Ouch I have lost myself again
Lost myself and I am nowhere to be found,
Yeah I think that I might break
I've lost myself again and I feel unsafe
Be my friend
Hold me, wrap me up
Unfold me
I am small
I'm needy
Warm me up
And breathe me
Be my friend
Hold me, wrap me up
Unfold me
I am small
I'm needy
Warm me up
And breathe me
***
Jacob & Liz
Hurt myself again today
And, the worst part is there's no-one else to blame
Be my friend
Hold me, wrap me up
Unfold me
I am small
I'm needy
Warm me up
And breathe me
Ouch I have lost myself again
Lost myself and I am nowhere to be found,
Yeah I think that I might break
I've lost myself again and I feel unsafe
Be my friend
Hold me, wrap me up
Unfold me
I am small
I'm needy
Warm me up
And breathe me
Be my friend
Hold me, wrap me up
Unfold me
I am small
I'm needy
Warm me up
And breathe me
***
Jacob & Liz
domingo, 21 de noviembre de 2010
Suddenly Imprinted on you
Algo inesperado 2
-¡Taylor!- grité realmente entusiasmada ante su aparición en mi fiesta.
Casi por instinto me lancé a sus brazos como una niña chiquita.
-¡Me alegra que hayas venido!- musité entre pequeños brinquitos.
Empezó a reír alegremente y yo me uní.
-No sabes cuanto te extrañé- me dijo con una gran sonrisa.
-No más de lo que yo te extrañé a ti- .
*****
No habíamos dejado de hablar durante mucho tiempo.
Habíamos estado caminando por todo el lugar.
Rara vez más de dos se percataban de que no dejaba de hablar con él en casi toda la velada. Pobres invitados; nunca dejé de prestarles atención pero era muy obvio que no estaría disponible para otra persona ahora en la noche. Después de recorrer todo lo que pudimos, salimos un rato para hablar mejor. Maldición. Era el momento en el que de verdad teníamos que hablar.
-Liz, yo necesito aclarar las cosas contigo.- me dijo tomándome de las manos.
Suspiré. Su tono era bastante indiferente ahora, a comparación de toda la noche.
-Te escucho-
Ahora él suspiró.
-Mira, hace tiempo pensé en hablarte para que de una vez por todas supieras que…
Lo vi a los ojos; no quería seguir hablando porque se veía que me rompería el corazón, la verdad yo tampoco estaba segura de querer seguir escuchando pero esperé pacientemente.
-Me voy a casar con ella- soltó tan rápido y claro como pudo.
Abrí los ojos y lo volteé a ver como si me hubiera tirado un balde de agua helada en medio del Polo Norte.
No quiso arreglar lo nuestro, nunca estuvo en sus planes. Ahora lo veía claramente, ahora sentía como me desmoronaba completamente.
-¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?- grité apunto de desmayarme.
Me sostuve en su brazo con la única intención de no caer precipitadamente al suelo.
Él se asustó, pero no dejó que me cayera por lo que creí que era pura cortesía.
Me deje caer completamente en sus brazos en símbolo de rendición.
Sentía que ya no me encontraba en mi cuerpo, era como si mi cabeza y mi corazón estuvieran en algún lugar que desconocía completamente; ahora estaba visualizando toda una vida mirando aquel hombre como mi máximo sueño, todos mis suspiros, mis dedicaciones en secreto, mis indirectas que yo sabía que leía pero nunca aceptaba...
De repente sentí su dedo en mi mejilla y eso me volvió a mi horrible presente. Es que ahora él le pertenecía a otra, y no a cualquier otra, sino a la maldita de su novia posesiva, celosa, agresiva y estúpida. Él no se merecía lo que tenía de novia.
Lo mire como nunca lo había visto en mi vida, vi que en sus ojos había dolor, pena y quizá, mucha compasión.
Llegué a pensar que él estaría viendo en los míos más de un millón de emociones encontradas a la vez.
Me volvió a secar otra lágrima cuando empecé a comprender que tal vez sería la última vez que estaríamos así de cerca.
Me aferré a su chamarra y lo mire a los ojos completamente abatida.
- Es que, no entiendes, Taylor…-baje la mirada vergonzosamente-yo…
Interrumpió mi rápida y desesperada confesión con un abrazo efusivo con el que concluyo con un “a veces es mejor no decir las cosas”.
Aun seguía extremadamente aturdida pero mantuve mis manos como una barrera para que me soltara rápidamente y me dejara terminar aunque no quisiera.
-Por favor, no compliques más las cosas.
-¡Perdóname, pero él único que está complicando las cosas eres tú!- rompí en llanto para mi desgracia.
-¡Yo nunca te obligue a que me amaras!- gritó sosteniéndome la mano para que no me alejara tanto y lo pudiera escuchar.
Me detuve y lo vi con lágrimas que nublaban un poco mi vista.
-Sabes que yo nunca te lo pedí-.
Levantó una mano y me acarició de forma consoladora.
Arg… ¿Cómo se atrevía?
-Te equivocas, tú siempre me diste esperanzas y nunca detuviste lo que sentía por ti- le grité en la cara. Me solté de su mano y salí corriendo con todo lo que podía mi ser.
Trató de perseguirme pero lo evité y varios minutos después de correr a todo lo que daba, lo perdí. Volteé para ver si aun seguía por ahí pero ya no estaba.
No sabía que hacer. Mi mundo se había hecho pedazos y luego esos pedazos los había quemado en cenizas sólo para causarme más dolor.
-¡Liz!- escuché gritar.
Era él, aun seguía por aquí.
-¡Vete al infierno!-.
-¡Taylor!- grité realmente entusiasmada ante su aparición en mi fiesta.
Casi por instinto me lancé a sus brazos como una niña chiquita.
-¡Me alegra que hayas venido!- musité entre pequeños brinquitos.
Empezó a reír alegremente y yo me uní.
-No sabes cuanto te extrañé- me dijo con una gran sonrisa.
-No más de lo que yo te extrañé a ti- .
*****
No habíamos dejado de hablar durante mucho tiempo.
Habíamos estado caminando por todo el lugar.
Rara vez más de dos se percataban de que no dejaba de hablar con él en casi toda la velada. Pobres invitados; nunca dejé de prestarles atención pero era muy obvio que no estaría disponible para otra persona ahora en la noche. Después de recorrer todo lo que pudimos, salimos un rato para hablar mejor. Maldición. Era el momento en el que de verdad teníamos que hablar.
-Liz, yo necesito aclarar las cosas contigo.- me dijo tomándome de las manos.
Suspiré. Su tono era bastante indiferente ahora, a comparación de toda la noche.
-Te escucho-
Ahora él suspiró.
-Mira, hace tiempo pensé en hablarte para que de una vez por todas supieras que…
Lo vi a los ojos; no quería seguir hablando porque se veía que me rompería el corazón, la verdad yo tampoco estaba segura de querer seguir escuchando pero esperé pacientemente.
-Me voy a casar con ella- soltó tan rápido y claro como pudo.
Abrí los ojos y lo volteé a ver como si me hubiera tirado un balde de agua helada en medio del Polo Norte.
No quiso arreglar lo nuestro, nunca estuvo en sus planes. Ahora lo veía claramente, ahora sentía como me desmoronaba completamente.
-¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?- grité apunto de desmayarme.
Me sostuve en su brazo con la única intención de no caer precipitadamente al suelo.
Él se asustó, pero no dejó que me cayera por lo que creí que era pura cortesía.
Me deje caer completamente en sus brazos en símbolo de rendición.
Sentía que ya no me encontraba en mi cuerpo, era como si mi cabeza y mi corazón estuvieran en algún lugar que desconocía completamente; ahora estaba visualizando toda una vida mirando aquel hombre como mi máximo sueño, todos mis suspiros, mis dedicaciones en secreto, mis indirectas que yo sabía que leía pero nunca aceptaba...
De repente sentí su dedo en mi mejilla y eso me volvió a mi horrible presente. Es que ahora él le pertenecía a otra, y no a cualquier otra, sino a la maldita de su novia posesiva, celosa, agresiva y estúpida. Él no se merecía lo que tenía de novia.
Lo mire como nunca lo había visto en mi vida, vi que en sus ojos había dolor, pena y quizá, mucha compasión.
Llegué a pensar que él estaría viendo en los míos más de un millón de emociones encontradas a la vez.
Me volvió a secar otra lágrima cuando empecé a comprender que tal vez sería la última vez que estaríamos así de cerca.
Me aferré a su chamarra y lo mire a los ojos completamente abatida.
- Es que, no entiendes, Taylor…-baje la mirada vergonzosamente-yo…
Interrumpió mi rápida y desesperada confesión con un abrazo efusivo con el que concluyo con un “a veces es mejor no decir las cosas”.
Aun seguía extremadamente aturdida pero mantuve mis manos como una barrera para que me soltara rápidamente y me dejara terminar aunque no quisiera.
-Por favor, no compliques más las cosas.
-¡Perdóname, pero él único que está complicando las cosas eres tú!- rompí en llanto para mi desgracia.
-¡Yo nunca te obligue a que me amaras!- gritó sosteniéndome la mano para que no me alejara tanto y lo pudiera escuchar.
Me detuve y lo vi con lágrimas que nublaban un poco mi vista.
-Sabes que yo nunca te lo pedí-.
Levantó una mano y me acarició de forma consoladora.
Arg… ¿Cómo se atrevía?
-Te equivocas, tú siempre me diste esperanzas y nunca detuviste lo que sentía por ti- le grité en la cara. Me solté de su mano y salí corriendo con todo lo que podía mi ser.
Trató de perseguirme pero lo evité y varios minutos después de correr a todo lo que daba, lo perdí. Volteé para ver si aun seguía por ahí pero ya no estaba.
No sabía que hacer. Mi mundo se había hecho pedazos y luego esos pedazos los había quemado en cenizas sólo para causarme más dolor.
-¡Liz!- escuché gritar.
Era él, aun seguía por aquí.
-¡Vete al infierno!-.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Suddenly Imprinted on you
Algo inesperado
La música sonaba estupenda, la comida me parecía deliciosa, la gente realmente disfrutaba y había un excelente ambiente; no me parecía lógico pensar que de verdad faltaba algo mientras bailaba. Me la estaba pasando muy bien, bueno en realidad bien era poco.
Suspiré.
La persona que bailaba conmigo me acompañó con el suspiro.
-Uf… ya me cansé; me matan los pies. ¿No te importaría si me voy a sentar un rato?-preguntó mi mejor amigo al mismo tiempo que revelaba que estaba demasiado exhausto como para seguir bailando a mi ritmo.
Asentí con la cabeza casi involuntariamente.
Lo acompañé hasta su mesa, ya que él era quien había bailado conmigo la mayoría de la noche y no se me antojaba bailar en este momento con nadie mas.
Javier no era un excelente bailarín, sin embargo bailaba con mucho entusiasmo, lo cual siempre me divertía. Realmente no quería bailar sin él, además ya había bailado con todos aquellos que hubieran pisado la pista, y yo era la única que no estaba sudando mares cuando volví para bailar a regañadientes porque, con compañero o no, yo no quería dejar de bailar y deseaba ver si no se ofrecía el bailar por separado como a mí me gustaba. Cuando pisé la pista de baile, automáticamente se cambió la bailable canción de antes (una no muy buena, pero muy fácil de bailar en numerosos grupitos) a una muy lenta y romántica canción, hecha estrictamente para bailarla en parejas y aparentar que de alguna manera no podías escapar de tu pareja hasta que terminase la melodía…
¡Que estupidez!
Hice un mohín al contemplar lo que me quedaba de posibilidades.
Ahora que lo pensaba no me había sentado en toda la fiesta y considerando que tenía los tacones más altos que encontré para que combinara con mi vestido, me merecía un descanso; no iba a ser fácil el dejar de bailar, pero después de pensarlo mucho, decidí que no bailaría hasta que se acabara “la hora romántica”.
Di media vuelta y antes de que me diera cuenta, una mano había agarrado mi brazo izquierdo, impidiendo que siguiera mi trayecto.
-¿A dónde cree que va, señorita?-exclamó una gran voz...
La música sonaba estupenda, la comida me parecía deliciosa, la gente realmente disfrutaba y había un excelente ambiente; no me parecía lógico pensar que de verdad faltaba algo mientras bailaba. Me la estaba pasando muy bien, bueno en realidad bien era poco.
Suspiré.
La persona que bailaba conmigo me acompañó con el suspiro.
-Uf… ya me cansé; me matan los pies. ¿No te importaría si me voy a sentar un rato?-preguntó mi mejor amigo al mismo tiempo que revelaba que estaba demasiado exhausto como para seguir bailando a mi ritmo.
Asentí con la cabeza casi involuntariamente.
Lo acompañé hasta su mesa, ya que él era quien había bailado conmigo la mayoría de la noche y no se me antojaba bailar en este momento con nadie mas.
Javier no era un excelente bailarín, sin embargo bailaba con mucho entusiasmo, lo cual siempre me divertía. Realmente no quería bailar sin él, además ya había bailado con todos aquellos que hubieran pisado la pista, y yo era la única que no estaba sudando mares cuando volví para bailar a regañadientes porque, con compañero o no, yo no quería dejar de bailar y deseaba ver si no se ofrecía el bailar por separado como a mí me gustaba. Cuando pisé la pista de baile, automáticamente se cambió la bailable canción de antes (una no muy buena, pero muy fácil de bailar en numerosos grupitos) a una muy lenta y romántica canción, hecha estrictamente para bailarla en parejas y aparentar que de alguna manera no podías escapar de tu pareja hasta que terminase la melodía…
¡Que estupidez!
Hice un mohín al contemplar lo que me quedaba de posibilidades.
Ahora que lo pensaba no me había sentado en toda la fiesta y considerando que tenía los tacones más altos que encontré para que combinara con mi vestido, me merecía un descanso; no iba a ser fácil el dejar de bailar, pero después de pensarlo mucho, decidí que no bailaría hasta que se acabara “la hora romántica”.
Di media vuelta y antes de que me diera cuenta, una mano había agarrado mi brazo izquierdo, impidiendo que siguiera mi trayecto.
-¿A dónde cree que va, señorita?-exclamó una gran voz...
domingo, 31 de octubre de 2010
Suddenly Imprinted on you
La advertencia
-¡Ahh! Creo que yo tenía razón… creciste en estos días- musitaba mi mamá mientras hacía una mueca.
Aun no podía creer que me estaba costando tanto trabajo meterme en aquel hermoso vestido color lila.
Gemí y me dí por vencida. Ya llevaba bastante tiempo intentando meter el resto de mi cuerpo en la delicada tela.
Mmm… sabía que tenía que volverlo a intentar, era el día de mi fiesta, eso significaba que, o agrandaba el vestido, o me iba en pijama… claro ninguna de de las dos eran grandes ideas, pero no se me ocurría nada más.
-Ahh- suspiré- Ok, veré la manera de encogerme mientras reviso mi correo.
Vi rápidamente cómo mi madre puso mala cara.
Emití otro suspiro.
-Claro que no, mamá. Sólo checaré algo y juro que después dejare de respirar hasta el ultimo momento en que use mi vestido.
Al encender mi computadora sentí en el acto que no era buena idea.
Eso era raro. No había nada de malo en usar la computadora en pleno día de una fiesta…
O eso creía.
Cuando vi que tenía 21 mensajes nuevos y que todos eran –para mi sorpresa- provenientes de Taylor, me asusté y me di cuenta de la razón de mi extraña corazonada.
Mi corazón empezó a palpitar desmesuradamente; esperé diez segundos y me animé a leer el primero.
Aaa… tenía que afrontarlo pero a decir verdad estaba muy nerviosa y contuve la respiración al dar el primer “click”.
Me di cuenta de que conforme empecé a leer no había razón para alterarse tanto y me fui tranquilizando lentamente, pues no era para alarmarse, simplemente quería informarme en los más de diez mensajes que deseaba verme aunque sea una vez y que iría mi fiesta aunque no estuviera invitado.
Eso me hizo reír…
Como si yo no fuera a invitar a quien tanto he deseado ver desde hace aproximadamente un año.
El último mensaje captó mi atención…
Sé que ya fue mucho pero quiero pedirte un último favor: piensa en todo lo que hemos vivido y en nuestros más lindos momentos juntos ;)
Yo siempre lo hago! Sólo espero que no estés tan enojada por no habernos visto desde tu ultimo cumple eh?
Bye…Te quiere Taylor.
Ahhh! Recuerda que planeo ir a tu fiesta así que, si me ves por ahí, No te asustes Liz! =)
Lo volví a leer unas veinte veces más.
Empecé a hiperventilar intensamente; sí por alguna razón dude de lo que sentía por él, ahora estaba totalmente segura de que mi corazón sí sentía algo.
Sí… mi corazón sentía una gran atracción hacia él pero:
¿En dónde quedaba mi orgullo aplastado?
Él había jugado conmigo y no me parecía justo que después de unas palabras bonitas, olvidara todo lo que había sufrido por él.
Iba a reclamarle, sí, pero yo sabía que en el fondo estaría lamentando cada palabra de reprensión que le diera.
La parte más racional de mi ser estaba en un debate con mi impulsivo corazón.
Pero ¿Dónde quedaban los días de puro sufrimiento que experimenté por él?
No calificaban como días de depresión, pero me la había pasado muy mal y todo era por su culpa.
Ok… lo amaba pero no iba a dejar que se diera cuenta, sobre todo ahora que había deducido su “iré a tu fiesta” como “tenemos que hablar”.
-Liz, ya es tarde y planeo llevarte a que te maquillen antes de las 11- gritó mi mamá.-te ayudaré con el vestido pero ¡apurate por favor!
Ya veré que haré contigo Taylor- pensé al bajar ruidosamente las escaleras.
-¡Ahh! Creo que yo tenía razón… creciste en estos días- musitaba mi mamá mientras hacía una mueca.
Aun no podía creer que me estaba costando tanto trabajo meterme en aquel hermoso vestido color lila.
Gemí y me dí por vencida. Ya llevaba bastante tiempo intentando meter el resto de mi cuerpo en la delicada tela.
Mmm… sabía que tenía que volverlo a intentar, era el día de mi fiesta, eso significaba que, o agrandaba el vestido, o me iba en pijama… claro ninguna de de las dos eran grandes ideas, pero no se me ocurría nada más.
-Ahh- suspiré- Ok, veré la manera de encogerme mientras reviso mi correo.
Vi rápidamente cómo mi madre puso mala cara.
Emití otro suspiro.
-Claro que no, mamá. Sólo checaré algo y juro que después dejare de respirar hasta el ultimo momento en que use mi vestido.
Al encender mi computadora sentí en el acto que no era buena idea.
Eso era raro. No había nada de malo en usar la computadora en pleno día de una fiesta…
O eso creía.
Cuando vi que tenía 21 mensajes nuevos y que todos eran –para mi sorpresa- provenientes de Taylor, me asusté y me di cuenta de la razón de mi extraña corazonada.
Mi corazón empezó a palpitar desmesuradamente; esperé diez segundos y me animé a leer el primero.
Aaa… tenía que afrontarlo pero a decir verdad estaba muy nerviosa y contuve la respiración al dar el primer “click”.
Me di cuenta de que conforme empecé a leer no había razón para alterarse tanto y me fui tranquilizando lentamente, pues no era para alarmarse, simplemente quería informarme en los más de diez mensajes que deseaba verme aunque sea una vez y que iría mi fiesta aunque no estuviera invitado.
Eso me hizo reír…
Como si yo no fuera a invitar a quien tanto he deseado ver desde hace aproximadamente un año.
El último mensaje captó mi atención…
Sé que ya fue mucho pero quiero pedirte un último favor: piensa en todo lo que hemos vivido y en nuestros más lindos momentos juntos ;)
Yo siempre lo hago! Sólo espero que no estés tan enojada por no habernos visto desde tu ultimo cumple eh?
Bye…Te quiere Taylor.
Ahhh! Recuerda que planeo ir a tu fiesta así que, si me ves por ahí, No te asustes Liz! =)
Lo volví a leer unas veinte veces más.
Empecé a hiperventilar intensamente; sí por alguna razón dude de lo que sentía por él, ahora estaba totalmente segura de que mi corazón sí sentía algo.
Sí… mi corazón sentía una gran atracción hacia él pero:
¿En dónde quedaba mi orgullo aplastado?
Él había jugado conmigo y no me parecía justo que después de unas palabras bonitas, olvidara todo lo que había sufrido por él.
Iba a reclamarle, sí, pero yo sabía que en el fondo estaría lamentando cada palabra de reprensión que le diera.
La parte más racional de mi ser estaba en un debate con mi impulsivo corazón.
Pero ¿Dónde quedaban los días de puro sufrimiento que experimenté por él?
No calificaban como días de depresión, pero me la había pasado muy mal y todo era por su culpa.
Ok… lo amaba pero no iba a dejar que se diera cuenta, sobre todo ahora que había deducido su “iré a tu fiesta” como “tenemos que hablar”.
-Liz, ya es tarde y planeo llevarte a que te maquillen antes de las 11- gritó mi mamá.-te ayudaré con el vestido pero ¡apurate por favor!
Ya veré que haré contigo Taylor- pensé al bajar ruidosamente las escaleras.
martes, 19 de octubre de 2010
Suddenly Imprinted On You
Un año más
-¿Qué te pasa?- preguntó mi hermano.
No le hice caso y ni siquiera le dí importancia.
Estaba tan absorta en mis pensamientos que se dio cuenta de que no le contestaría y se fue.
Aún seguía con aquel extraño papel en mis manos…
“espera lo inesperado; a veces eso es lo mejor que te puede pasar… No desesperes porque pronto llegará”
Aja, ¿Enserio? ¿Cuándo?
Maldita coincidencia.
Sabía que de alguna manera ese papel pertenecía a un libro viejo, ya que tenía impreso el número 119 en el extremo inferior derecho, lo curioso es que aquella frase era lo único que se lograba visualizar en la hoja entera.
Ufff...
Mmm, no creía mucho en coincidencias pero realmente me alteraba que un papel me pusiera tan nerviosa…
Me gustó pensar que ya estaba empezando a delirar. Creí que era normal considerando el escaso tiempo que faltaba para mi fiesta.
Doblé el papel y lo metí en la bolsa derecha de mi chamarra favorita. Ya hacía frío y quería salir a tomar aire fresco en lo que se calmaba mi loca mente.
Vi que mi mamá se estaba preparando para irse a algún lugar y me animó para acompañarla.
Cuando le dije que iría me pregunto si estaba de humor para ir por el vestido que usaría en mi fiesta y yo acepté.
Faltaban cinco días para mi última fiesta de menor de edad. Sólo cinco días para completar dieciocho años de una larga y feliz existencia. Cinco días para cumplir un año desde que Taylor me dijo que me amaba, me amaba pero no lo suficiente como para terminar con su actual novia o retar contre mi madre para quedar en claro que su prohibición no era más fuerte que nuestro falso amor.
Genial. Me amaba pero no bastaba, ni siquiera bastaban seis años amándolo hasta llegar al grado de no poder ver a ningún otro. Genial.
Bueno, la verdad es que ahora que sabía que sí me amaba, pude sentir que por lo menos algo esos seis años no fueron tan en vano, sentía que por lo menos había hecho que él me amara también, pero casi estaba segura de que lo dijo por decir y que nunca se atrevería a confirmarlo.
Odiaba sentirme así de confundida pero nunca pude hablarlo directamente ya que no tenía tiempo, gracias o a la escuela, o a su estúpida novia, o a el futbol, o a el mundo entero conspirando en nuestra contra.
Esas siempre eran las razones que yo me daba cuando él decía que no podía verme.
-Basta de pensar- me dije en un susurro.
Agarré mi ipod, bajé las escaleras y me subí a la camioneta que ya había encendido mi mamá.
Con chamarra y mi ipod en manos, dejé que el ligero y tenue movimiento del vehículo me adormeciera hasta llegar al centro comercial.
Esto para mí representa una huida de mi cruda realidad por cinco días, después…lo volvería a ver y personalmente aun no tenía ni las fuerzas, ni las ganas de hacerlo.
-¿Estas ansiosa? - pregunto derepente mi mamá.
No sabía que contestarle.
-Mm… pues sí - al fin dije.
Ella suspiro y me fijo la mirada por el retrovisor.
-Tranquila, amor. Todo irá bien, te lo prometo – musitó.
Esta vez yo suspire y asentí con la cabeza.
Conecté los audífonos al reproductor y deje que la música me hiciera compañía hasta nuevo aviso.
-¿Qué te pasa?- preguntó mi hermano.
No le hice caso y ni siquiera le dí importancia.
Estaba tan absorta en mis pensamientos que se dio cuenta de que no le contestaría y se fue.
Aún seguía con aquel extraño papel en mis manos…
“espera lo inesperado; a veces eso es lo mejor que te puede pasar… No desesperes porque pronto llegará”
Aja, ¿Enserio? ¿Cuándo?
Maldita coincidencia.
Sabía que de alguna manera ese papel pertenecía a un libro viejo, ya que tenía impreso el número 119 en el extremo inferior derecho, lo curioso es que aquella frase era lo único que se lograba visualizar en la hoja entera.
Ufff...
Mmm, no creía mucho en coincidencias pero realmente me alteraba que un papel me pusiera tan nerviosa…
Me gustó pensar que ya estaba empezando a delirar. Creí que era normal considerando el escaso tiempo que faltaba para mi fiesta.
Doblé el papel y lo metí en la bolsa derecha de mi chamarra favorita. Ya hacía frío y quería salir a tomar aire fresco en lo que se calmaba mi loca mente.
Vi que mi mamá se estaba preparando para irse a algún lugar y me animó para acompañarla.
Cuando le dije que iría me pregunto si estaba de humor para ir por el vestido que usaría en mi fiesta y yo acepté.
Faltaban cinco días para mi última fiesta de menor de edad. Sólo cinco días para completar dieciocho años de una larga y feliz existencia. Cinco días para cumplir un año desde que Taylor me dijo que me amaba, me amaba pero no lo suficiente como para terminar con su actual novia o retar contre mi madre para quedar en claro que su prohibición no era más fuerte que nuestro falso amor.
Genial. Me amaba pero no bastaba, ni siquiera bastaban seis años amándolo hasta llegar al grado de no poder ver a ningún otro. Genial.
Bueno, la verdad es que ahora que sabía que sí me amaba, pude sentir que por lo menos algo esos seis años no fueron tan en vano, sentía que por lo menos había hecho que él me amara también, pero casi estaba segura de que lo dijo por decir y que nunca se atrevería a confirmarlo.
Odiaba sentirme así de confundida pero nunca pude hablarlo directamente ya que no tenía tiempo, gracias o a la escuela, o a su estúpida novia, o a el futbol, o a el mundo entero conspirando en nuestra contra.
Esas siempre eran las razones que yo me daba cuando él decía que no podía verme.
-Basta de pensar- me dije en un susurro.
Agarré mi ipod, bajé las escaleras y me subí a la camioneta que ya había encendido mi mamá.
Con chamarra y mi ipod en manos, dejé que el ligero y tenue movimiento del vehículo me adormeciera hasta llegar al centro comercial.
Esto para mí representa una huida de mi cruda realidad por cinco días, después…lo volvería a ver y personalmente aun no tenía ni las fuerzas, ni las ganas de hacerlo.
-¿Estas ansiosa? - pregunto derepente mi mamá.
No sabía que contestarle.
-Mm… pues sí - al fin dije.
Ella suspiro y me fijo la mirada por el retrovisor.
-Tranquila, amor. Todo irá bien, te lo prometo – musitó.
Esta vez yo suspire y asentí con la cabeza.
Conecté los audífonos al reproductor y deje que la música me hiciera compañía hasta nuevo aviso.
sábado, 11 de septiembre de 2010

Feliz cumpleaños Renesmee...
Eres la híbrida que siempre he querido cmo hijaaa!
Te amo Nessie!!!
Happy Birthdayy!!!!!!!!
Pd: La foto la hice yo xD
domingo, 29 de agosto de 2010
sábado, 28 de agosto de 2010
PROLOGO
PRÓLOGO
Nunca creí que aquel amor que estaba sintiendo por ese desconocido pudiera llegar a superar todo lo que llegue a pensar que algún día sentiría por alguien.
Y por más que quería evitarlo, todo mi ser ya se había convertido en una bomba de tiempo que explotaría sino lo veía otra vez.
Nunca creí que aquel amor que estaba sintiendo por ese desconocido pudiera llegar a superar todo lo que llegue a pensar que algún día sentiría por alguien.
Y por más que quería evitarlo, todo mi ser ya se había convertido en una bomba de tiempo que explotaría sino lo veía otra vez.
lunes, 2 de agosto de 2010
Día de publicacion de Suddenly imprinted on you
Unicamente me falta una buena portada...
en cuanto la tenga publicaré el primer capitulo, osea el Prólogo.
para tener un adelanto pondre el summary y el disclaimer ;) enjoy it!
Summary: Ella llevaba 6 años amando al hombre equivocado.
No se dio cuenta hasta que termino lastimada de verdad.
Confundida y aturdida, ¿Acaso aquel extraño y hermoso chico llamado Jacob la haría darse cuenta de que ella siempre se ha merecido… amar de verdad?
Disclaimer: Jacob Black es personaje de la maravillosa Steph Meyer… los demás son muy míos, bueno simplemente son ellos!
did you like it?
´cuz I do!
espero te guste y con el summary te hayas enganchado!
besos =)
en cuanto la tenga publicaré el primer capitulo, osea el Prólogo.
para tener un adelanto pondre el summary y el disclaimer ;) enjoy it!
Summary: Ella llevaba 6 años amando al hombre equivocado.
No se dio cuenta hasta que termino lastimada de verdad.
Confundida y aturdida, ¿Acaso aquel extraño y hermoso chico llamado Jacob la haría darse cuenta de que ella siempre se ha merecido… amar de verdad?
Disclaimer: Jacob Black es personaje de la maravillosa Steph Meyer… los demás son muy míos, bueno simplemente son ellos!
did you like it?
´cuz I do!
espero te guste y con el summary te hayas enganchado!
besos =)
jueves, 29 de julio de 2010
Confirmacion del primer fanfic: Suddenly imprinted on you
Aún no se exactamente cuando lo publicaré pero antes que nada quiero decir que va a ser un regalo especial a mi hermosa lizitaa!
ya llevo hechos los primeros capitulos y todos estan mezclados con Jacob Black y Lizita y un coladillo que tambien sale implicado...
tal vez despues los adapte para que que queden como Nessie/Jacob
pero mientras tanto asi va a ser como los voy a publicar: con Jake y Liz! =)
ya llevo hechos los primeros capitulos y todos estan mezclados con Jacob Black y Lizita y un coladillo que tambien sale implicado...
tal vez despues los adapte para que que queden como Nessie/Jacob
pero mientras tanto asi va a ser como los voy a publicar: con Jake y Liz! =)
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
