domingo, 14 de noviembre de 2010

Suddenly Imprinted on you

Algo inesperado

La música sonaba estupenda, la comida me parecía deliciosa, la gente realmente disfrutaba y había un excelente ambiente; no me parecía lógico pensar que de verdad faltaba algo mientras bailaba. Me la estaba pasando muy bien, bueno en realidad bien era poco.
Suspiré.
La persona que bailaba conmigo me acompañó con el suspiro.
-Uf… ya me cansé; me matan los pies. ¿No te importaría si me voy a sentar un rato?-preguntó mi mejor amigo al mismo tiempo que revelaba que estaba demasiado exhausto como para seguir bailando a mi ritmo.
Asentí con la cabeza casi involuntariamente.
Lo acompañé hasta su mesa, ya que él era quien había bailado conmigo la mayoría de la noche y no se me antojaba bailar en este momento con nadie mas.
Javier no era un excelente bailarín, sin embargo bailaba con mucho entusiasmo, lo cual siempre me divertía. Realmente no quería bailar sin él, además ya había bailado con todos aquellos que hubieran pisado la pista, y yo era la única que no estaba sudando mares cuando volví para bailar a regañadientes porque, con compañero o no, yo no quería dejar de bailar y deseaba ver si no se ofrecía el bailar por separado como a mí me gustaba. Cuando pisé la pista de baile, automáticamente se cambió la bailable canción de antes (una no muy buena, pero muy fácil de bailar en numerosos grupitos) a una muy lenta y romántica canción, hecha estrictamente para bailarla en parejas y aparentar que de alguna manera no podías escapar de tu pareja hasta que terminase la melodía…
¡Que estupidez!
Hice un mohín al contemplar lo que me quedaba de posibilidades.
Ahora que lo pensaba no me había sentado en toda la fiesta y considerando que tenía los tacones más altos que encontré para que combinara con mi vestido, me merecía un descanso; no iba a ser fácil el dejar de bailar, pero después de pensarlo mucho, decidí que no bailaría hasta que se acabara “la hora romántica”.
Di media vuelta y antes de que me diera cuenta, una mano había agarrado mi brazo izquierdo, impidiendo que siguiera mi trayecto.
-¿A dónde cree que va, señorita?-exclamó una gran voz...

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