domingo, 31 de octubre de 2010

Suddenly Imprinted on you

La advertencia
-¡Ahh! Creo que yo tenía razón… creciste en estos días- musitaba mi mamá mientras hacía una mueca.
Aun no podía creer que me estaba costando tanto trabajo meterme en aquel hermoso vestido color lila.
Gemí y me dí por vencida. Ya llevaba bastante tiempo intentando meter el resto de mi cuerpo en la delicada tela.
Mmm… sabía que tenía que volverlo a intentar, era el día de mi fiesta, eso significaba que, o agrandaba el vestido, o me iba en pijama… claro ninguna de de las dos eran grandes ideas, pero no se me ocurría nada más.
-Ahh- suspiré- Ok, veré la manera de encogerme mientras reviso mi correo.
Vi rápidamente cómo mi madre puso mala cara.
Emití otro suspiro.
-Claro que no, mamá. Sólo checaré algo y juro que después dejare de respirar hasta el ultimo momento en que use mi vestido.
Al encender mi computadora sentí en el acto que no era buena idea.
Eso era raro. No había nada de malo en usar la computadora en pleno día de una fiesta…
O eso creía.
Cuando vi que tenía 21 mensajes nuevos y que todos eran –para mi sorpresa- provenientes de Taylor, me asusté y me di cuenta de la razón de mi extraña corazonada.
Mi corazón empezó a palpitar desmesuradamente; esperé diez segundos y me animé a leer el primero.
Aaa… tenía que afrontarlo pero a decir verdad estaba muy nerviosa y contuve la respiración al dar el primer “click”.
Me di cuenta de que conforme empecé a leer no había razón para alterarse tanto y me fui tranquilizando lentamente, pues no era para alarmarse, simplemente quería informarme en los más de diez mensajes que deseaba verme aunque sea una vez y que iría mi fiesta aunque no estuviera invitado.
Eso me hizo reír…
Como si yo no fuera a invitar a quien tanto he deseado ver desde hace aproximadamente un año.
El último mensaje captó mi atención…

Sé que ya fue mucho pero quiero pedirte un último favor: piensa en todo lo que hemos vivido y en nuestros más lindos momentos juntos ;)
Yo siempre lo hago! Sólo espero que no estés tan enojada por no habernos visto desde tu ultimo cumple eh?
Bye…Te quiere Taylor.
Ahhh! Recuerda que planeo ir a tu fiesta así que, si me ves por ahí, No te asustes Liz! =)

Lo volví a leer unas veinte veces más.
Empecé a hiperventilar intensamente; sí por alguna razón dude de lo que sentía por él, ahora estaba totalmente segura de que mi corazón sí sentía algo.
Sí… mi corazón sentía una gran atracción hacia él pero:
¿En dónde quedaba mi orgullo aplastado?
Él había jugado conmigo y no me parecía justo que después de unas palabras bonitas, olvidara todo lo que había sufrido por él.
Iba a reclamarle, sí, pero yo sabía que en el fondo estaría lamentando cada palabra de reprensión que le diera.
La parte más racional de mi ser estaba en un debate con mi impulsivo corazón.
Pero ¿Dónde quedaban los días de puro sufrimiento que experimenté por él?
No calificaban como días de depresión, pero me la había pasado muy mal y todo era por su culpa.
Ok… lo amaba pero no iba a dejar que se diera cuenta, sobre todo ahora que había deducido su “iré a tu fiesta” como “tenemos que hablar”.
-Liz, ya es tarde y planeo llevarte a que te maquillen antes de las 11- gritó mi mamá.-te ayudaré con el vestido pero ¡apurate por favor!
Ya veré que haré contigo Taylor- pensé al bajar ruidosamente las escaleras.

martes, 19 de octubre de 2010

Suddenly Imprinted On You

Un año más
-¿Qué te pasa?- preguntó mi hermano.
No le hice caso y ni siquiera le dí importancia.
Estaba tan absorta en mis pensamientos que se dio cuenta de que no le contestaría y se fue.
Aún seguía con aquel extraño papel en mis manos…

“espera lo inesperado; a veces eso es lo mejor que te puede pasar… No desesperes porque pronto llegará”

Aja, ¿Enserio? ¿Cuándo?
Maldita coincidencia.
Sabía que de alguna manera ese papel pertenecía a un libro viejo, ya que tenía impreso el número 119 en el extremo inferior derecho, lo curioso es que aquella frase era lo único que se lograba visualizar en la hoja entera.
Ufff...
Mmm, no creía mucho en coincidencias pero realmente me alteraba que un papel me pusiera tan nerviosa…
Me gustó pensar que ya estaba empezando a delirar. Creí que era normal considerando el escaso tiempo que faltaba para mi fiesta.
Doblé el papel y lo metí en la bolsa derecha de mi chamarra favorita. Ya hacía frío y quería salir a tomar aire fresco en lo que se calmaba mi loca mente.
Vi que mi mamá se estaba preparando para irse a algún lugar y me animó para acompañarla.
Cuando le dije que iría me pregunto si estaba de humor para ir por el vestido que usaría en mi fiesta y yo acepté.
Faltaban cinco días para mi última fiesta de menor de edad. Sólo cinco días para completar dieciocho años de una larga y feliz existencia. Cinco días para cumplir un año desde que Taylor me dijo que me amaba, me amaba pero no lo suficiente como para terminar con su actual novia o retar contre mi madre para quedar en claro que su prohibición no era más fuerte que nuestro falso amor.
Genial. Me amaba pero no bastaba, ni siquiera bastaban seis años amándolo hasta llegar al grado de no poder ver a ningún otro. Genial.
Bueno, la verdad es que ahora que sabía que sí me amaba, pude sentir que por lo menos algo esos seis años no fueron tan en vano, sentía que por lo menos había hecho que él me amara también, pero casi estaba segura de que lo dijo por decir y que nunca se atrevería a confirmarlo.
Odiaba sentirme así de confundida pero nunca pude hablarlo directamente ya que no tenía tiempo, gracias o a la escuela, o a su estúpida novia, o a el futbol, o a el mundo entero conspirando en nuestra contra.
Esas siempre eran las razones que yo me daba cuando él decía que no podía verme.
-Basta de pensar- me dije en un susurro.
Agarré mi ipod, bajé las escaleras y me subí a la camioneta que ya había encendido mi mamá.
Con chamarra y mi ipod en manos, dejé que el ligero y tenue movimiento del vehículo me adormeciera hasta llegar al centro comercial.
Esto para mí representa una huida de mi cruda realidad por cinco días, después…lo volvería a ver y personalmente aun no tenía ni las fuerzas, ni las ganas de hacerlo.
-¿Estas ansiosa? - pregunto derepente mi mamá.
No sabía que contestarle.
-Mm… pues sí - al fin dije.
Ella suspiro y me fijo la mirada por el retrovisor.
-Tranquila, amor. Todo irá bien, te lo prometo – musitó.
Esta vez yo suspire y asentí con la cabeza.
Conecté los audífonos al reproductor y deje que la música me hiciera compañía hasta nuevo aviso.